En unos documentos fechados el 18 de
febrero de 1812, el Gral. Manuel Belgrano comunicó al “Excelentísimo Gobierno
del Río de la Plata la intención de crear una escarapela que identificara a las
tropas revolucionarias y las diferenciara de los ejércitos Españoles. Para ello
proponía el color “blanco y azul celeste” que tomaba de las bandas que
utilizaban los reyes y nobles de la dinastía Borbón.
La propuesta fue rápidamente tomada por
el gobierno , debido a su practicidad para distinguir los regimientos.
La nueva insignia permitía reconocer a todas
las tropas que combatían del mismo bando, por tal motivo fue notificado su uso
inmediatamente a todos los frentes y los oficiales al mando aceptaron la
propuesta.
BELGRANO EN ROSARIO, SANTA FE.
Entusiasmado con la aceptación de su
propuesta, Belgrano se encontraba en la preparación del acto del 25 de Mayo,
para conmemorar los dos años de la Revolucion, en Rosario de Santa Fe y notó que no contaba
con una bandera para la ocasión, entonces sin perder tiempo decidio mandar a
hacer una con los colores de la Escarapela.
BELGRANO EN JUJUY DEBE ESCONDER LA BANDERA
Así celebró el 25 de Mayo en Jujuy, haciéndola
bendecir por un sacerdote salteño, el Dr. Juan Ignacio Gorriti, luego los
soldados la juraron y saludaron.
El Gobierno le reproclamaba a
Belgrano las atribuciones que se tomaba y lo grave del acto en cuanto afectaba
la imagen que trataban de presentar ante el extranjero y ante los líderes
realistas. Finalmente le ordenaron que discretamente se deshiciera de esa
bandera mientras le remitía una bandera diferente para
que la usara como distintivo del
regimiento.
Belgrano se excusó explicando que
tomó colores que ya habían sido reconocidos como distintivos pero que,
obedeciendo a lo que se ordenaba, iba a
hacer desaparecer la bandera sin dejar rastros de ella.
Para justificarse ante las tropas que habían
jurado morir ante la nueva enseña dijo que la guardarían hasta que la gran victoria
final justificara que sea enarbolada en un nuevo país independiente.
LA RETIRADA DE JUJUY Y LOS TRIUNFOS EN TUCUMAN Y SALTA
Cuando Belgrano se encontró frente a
un gran ataque realista de los españoles , emprendió la retirada estratégica de
acuerdo con las órdenes del alto mando de Bs. As.
El Gral. Belgrano inició la retirada
con el famoso “Éxodo Jujeño” y continuó con los planes hasta llegar a Tucumán,
allí los revolucionarios se negaron a seguir cediendo terreno y reclamaron que
se diera batalla allí. La Batalla de Tucumán fue un triunfo militar, moral y
estratégico porque permitió que se retomara la ofensiva. Por supuesto, la
siguiente plaza fuerte era Salta, entonces todos reclamaron que el gran triunfo
era un hecho y que la Bandera debía volver a encabezar al ejército. Belgrano,
que era fácilmente entusiasmable, desplegó la nueva insignia en la marcha hacia
Salta para dar una nueva batalla. Una batalla que parecia destinada
al fracaso. Pero el Coronel Apolinario
Saravia, conocedor de la zona, puso a Belgrano al tanto de un camino
desconocido para los realistas.
De modo que la mañana del 20 de
febrero, el Ejercito Español fue
sorprendido por donde menos se lo esperaba.
La Batalla de Salta fue muy confusa, por
momentos las tropas revolucionarias creyeron que perdían el día, pero la
aparición de Martina Silva de Gurruchaga por el Oeste con gauchos y paisanos
desconcertó a los realistas y volcó la suerte de los combates. Así la Bandera
Nacional tuvo un glorioso bautismo de fuego que Belgrano coronó con la
capitulación en la que concedió el honor de las armas a los vencidos.
El triunfo de Salta hizo avanzar a
los revolucionarios hasta e1 Alto Perú y en Potosí Belgrano hizo acuñar la
moneda con el Escudo Nacional que había aprobado la Asamblea del Año XIII.
BELGRANO PROTEJE LA BANDERA... PERO...
La retirada fue penosa, se perdieron
hombres y equipo, pero para proteger la Bandera, Belgrano fue a la iglesia de
Macha, un pueblo cercano al teatro de operaciones, y escondió la Enseña detrás
de un cuadro. Pasado el desastre, Belgrano fue reclamado por el Gobierno de Bs.
As. para iniciarle un proceso por las derrotas que había sufrido.
Después de eso fue relevado y
enviado a misiones diplomáticas. De hecho todos se olvidaron de esa primera
Bandera Nacional, se hicieron otras pero la primera quedó en el descuido hasta
que muchos años después de que terminar la guerra, el párroco del lugar
se dio a arreglar y limpiar el viejo templo y sus imágenes, así fue que
encontró la gloriosa Bandera. La Enseña fue enviada al Museo de la
Independencia en Sucre y ahí conserva en una vitrina donde uno puede
sorprenderse ver los colores invertidos, azul al medio y el blanco a los lados.
La recuerdan como Bandera de Macha y el Gobierno de Bolivia le cedió a Salta
una réplica, pero nuestra Bandera original, aquella que enarboló Belgrano por
primera vez, duerme su sueño de gloria en Bolivia.
Publicado
en Informes de Salta la Nuestra - Nº 26 – setiembre de 2001
Extraido
de http://www.museonor.gov.ar/bandera.html
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